Las almas en pie by Lena Valenti

Las almas en pie by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Fantástico, Humor, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-08-31T00:00:00+00:00


11

Siempre tuve algo en común con el amor de mi vida: que nunca nos conocimos

La Moraleja

En el Norte de Madrid, en Alcobendas, se encuentra la Moraleja, una zona de alto standing y residencial para gente con músculo económico.

Yo sé que Eric tiene una familia adinerada. Un dinero que viene por parte del padre de su madre: el abuelo.

El padre de Esther, según tengo entendido, era un magnate del petróleo, y creo que firmó algo con Arabia Saudí. Del negocio se encarga ahora la madre de Eric. Curioso, porque no sé por qué no me imaginaba que ella, con el dinero que parece tener, estuviera trabajando todavía, pero ahora, además, me la tengo que imaginar como una implacable mujer de negocios.

—Mira, ¡la casa de mi yaya de Madrí! —señala Ariel muy contenta y abrazada a su Gusiluz.

—Joder… —musito.

Ya hemos dejado casas increíbles atrás, de famosos, cantantes, futbolistas, empresarios… por esta zona, pero ninguna como la que estoy viendo ahora.

—Madre mía, Eric… —digo al entrar en una mansión cuyas rejas de entrada se abren de manera automática. La residencia se llama «La Hacienda».

—No te sientas intimidada, Ada —dice Eric posando su mano en mi rodilla y conduciendo con la otra.

—Deberías haberme contado algo más sobre… ti y tu familia.

Eric no está de acuerdo y no le da importancia a lo que yo le doy.

—En realidad, no hay mucho que contar. Mi madre es muy rica. Yo soy solo su hijo —eso me contesta mientras recorremos con el coche un camino pavimentado rodeado de pinos y con un terreno del cual no veo límites a los lados.

—Ah, menos mal que solo eres su hijo y único heredero —apunto con ironía.

Él se encoge de hombros.

—No es lo mío. No me interesa el dinero, Ada de los Bosques. No me gusta hablar de esto, porque no tiene que ver mucho conmigo.

—Pero, ¿te criaste aquí?

—Sí.

—Entonces sí tiene que ver contigo, Eric. Con el niño que fuiste —le recuerdo—, y que aún está por ahí escondido. Y tengo ganas de conocerlo.

—No tengas demasiadas expectativas.

—Ya sé que no te gusta nada hablar de ti, ni de tus padres ni de nadie que te emocione demasiado —no nombro a Marta, pero ahí está—. Y el no querer contarme nada, al final, hace que mis expectativas sean mucho más grandes. Así que estoy deseando conocer a tu madre, para que ella me cuente todo lo que no me cuentas tú.

—Espero que no te lleves una decepción. Mi madre es especial.

—Tú también.

—¿Y yo? —pregunta Ariel sacándonos una carcajada.

—Tu eres la que más —le aseguro mostrándole la lengua.

—Solo quiero que estés bien, nena —susurra y me da un beso en la mano.

—Yo estaré bien si no me apartas, Eric. Cuenta conmigo, hazme partícipe, y estaré de tu parte al cien por cien.

Él asiente, pero sospecho que no ha entendido lo que le he pedido.

Su madre puede ser todo lo especial que quiera, yo me la imagino como a una bruja porque pienso que cuanto peor la imagine más grata sorpresa me llevaré. Pero si Eric no me cuenta las cosas y no se abre, no tendré problema en ganármela.



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